Cuarenta Días

Cuarentena, es la palabra que últimamente nos rodea. De repente, miles de personas en diferentes partes del mundo, hemos tenido que dar un frenón tajante, a las mil actividades individuales y familiares.

Aún no salimos del asombro…¡Es increíble que esto esté pasando! Algunas personas al menos en mi país, aún están en negación y hacen un intento por conservar su vida cotidiana.

No podemos creer, que dejar de ser productivos, sea lo indicado a hacer esta vez. Pensábamos, que a nosotros esto ya no nos pasaría, que las pandemias y epidemias eran sólo capítulos de nuestros libros de historia.

Por lo pronto aquí estoy en casa, las clases han sido suspendidas por 2 semanas, uniéndose a 2 semanas más, que ya estaban calendarizadas por vacaciones de Semana Santa. Aunque aún no se nos han restringido las salidas, hemos optado por permanecer en casa, esperando así poder apoyar en algo, para evitar la rápida propagación del virus.

Sin embargo…ayer fue nuestro fatídico primer día en casa. El espacio de nuestra vivienda parece insuficiente para convivir todos, al mismo tiempo, todo el tiempo.

El silencio que requiero para escribir mi blog, es inexistente desde el inicio de esta semana. En casa tenemos cantantes, músicos, futbolistas y una histérica: esa soy «yo». Parece, que lo único en que todos estamos de acuerdo es en comer, no sé cuánto puedan durarnos los víveres que compramos para estos días.

Este primer día no me dio mucha esperanza, quise salir airosa de él cocinando unas hamburguesas congeladas que resultaron realmente asquerosas. En la primer carga de ropa que eché a lavar, la lavadora empezó a oler a quemado. Y para aumentar la tensión, al más pequeño de mis hijos le comenzó a aumentar la temperatura, al parecer un leve resfriado que… ¿podría convertirse en el virus mortal?, al llegar la tarde un molestito dolor en mi cabeza hizo su aparición…aún es el día 1, ¿1 de 40? ¡¡Noooooo!!

En teoría, no debería suponer un gran esfuerzo permanecer cómodamente en casa con mis bendiciones, pero…para qué fingir.

Para sentirme un poco más culposa, por mi incapacidad de ser una madre amorosa y comprensiva en estos días difíciles, leí en uno de mis chats los mensajes de mi amiga doctora: ella moriría por la posibilidad de estar encerrada en su casa atendiendo a su familia, sin embargo tiene que salir y exponerse por salvar vidas de gente que no conoce, mientras que sus propios hijos tendrán que ser cuidados por algún familiar en otra ciudad…eso sí que es triste.

Durante el día, recordé la historia de Noé, sí el de la Biblia, el del Arca, el de los animales. También a Noé y a su familia les tocó encerrarse para sobrevivir. Noé invitó a su comunidad a refugiarse en el arca, pero ellos rechazaron la invitación. Supongo, que su hashtag sería #MeQuedoEnElArca, en el caso que Noé hubiese accesado a las redes sociales en aquel entonces.

Noé y familia guardaron algo más que una cuarentenamejor no les digo cuánto para no asustarlos; 40 días y 40 noches duró el diluvio para ser exactos, pero antes de y aún al terminar, tuvieron que estar encerrados en ese gran barco de madera. ¿Puedes imaginar el cuadro?, ¿será que su esposa era una histérica como yo que deseaba ver el arca ordenada y limpia?, ¿habrán peleado y discutido los hijos de Noé con sus esposas?, sí porque además de hijos había nue-ras…¿habrá habido olores desagradables en el arca con tantos animales a bordo?, ¿se habrán desesperado de oír a los pericos hablar, a los gallinas cacarear, a los burros rebuznar?, ¿habrá deseado Noé salir corriendo en algún momento?, ¿se habrán quejado de los quehaceres en el arca?…me pregunto: ¿también se les habrá descompuesto la lavadora?

Sin duda, estar en el arca no ha de haber sido nada agradable. Puede que haya sido uno de los desafíos más fuertes, que como familia podrían haber enfrentado. Supongo, habría incertidumbre por lo que sucedería después del diluvio, dónde vivirían, qué transformaciones encontrarían en tierra al terminar la devastación. Sin embargo el diluvio terminó y con él la cuarentena estaba por llegar a su fin. Un hermoso arcoirirs iluminó el cielo y Noé y su familia tuvieron la oportunidad de recomenzar. Seguramente aquellos más de 40 días, muy muy juntos y revueltos, transformaron no sólo a la tierra, sino a la familia de Noé.

Quiero imaginar, que los días del arca escribieron recuerdos imborrables en la memoria familiar de Noé. Seguramente, los días en que el agua azotaba más fuerte allá fuera, surgieron los abrazos más entrañables que se hayan dado. Quizá a raíz del aburrimiento, brotaron las más estupendas canciones. Sus torpezas al cuidar de los animales, han de haber traído también estupendas anécdotas para rememorar. A lo mejor, en esos días se inventaron las recetas familiares que heredarían a sus descendientes. Y en los momentos de miedo, muy probablemente papá Noé estuvo ahí para guiar una oración y recordarles que Dios les protegería. El álbum de Noé y su familia, nunca hubiese sido tan especial, sin esos días en el arca.

Hoy siglo XXI, muchas familias estamos experimentando a la fuerza, nuestros 40 días. Probablemente, al igual que Noé y familia, enfrentaremos aburrimiento, desesperación, cansancio, discusiones, malas comidas, nerviosismo, ansiedad, incertidumbre. Pero esta cuarentena, puede ser una gran oportunidad obligada, para ser familia. La recuperación económica vendrá después, el trabajo continuará al terminar la cuarentena, todo volverá al otro caos que ya conocíamos.

Por ahora, es el tiempo de ser familia, de estar juntos, de quedarnos en casa con un propósito: preservar nuestra salud y así también cuidar a otros. Este es un momento para crear recuerdos que no hubiésemos logrado con ningunas vacaciones.

Veamos la trascendencia de estos días en casa: haremos menos ruido en las calles, nuestros autos desecharán menos gases, habrá menos basura en nuestras ciudades…la naturaleza se dará un respiro. Y quizá, si seguimos haciendo nuestra parte, mi amiga la doctora, en menos tiempo también podrá tener a sus hijos en casa y volver a su ritmo habitual.

Sí, este diluvio terminará, las aguas bajarán de nivel, la tierra se volverá a secar y el arcoiris se dibujará en el cielo. Saldremos del arca, pero nuestra familia no será la misma, será una familia más fuerte, con recuerdos imborrables: selfies, videos, publicaciones, tuits y fotos, que quedarán en el historial de un selecto número de seguidores: nuestros hijos.

Hoy, podemos construir las más increíbles, conmovedoras y también graciosas historias, que nuestros hijos contarán a sus nietos. Este es un gran momento, para que nuestra familia se refugie y sirva a su generación en un momento coyuntural, de la forma más básica: estando en casa.

Estos cuarenta días, hablemos a nuestra familia del arcoiris, impartamos esperanza, contagiemos confianza en lugar de angustia. Y mientras permanecemos en el arca, tomemos el desafío de fortalecer como padres: la fe en Dios, nuestra responsabilidad social y el valor de ser familia. Por lo pronto, al igual que Noé: #MeQuedoEnElArca

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