Pero que nazca bien…

Lactancia Materna, fuente de bienestar y amor.

He escuchado esta frase cientos de veces: No importa que sea un niño o una niña, sólo quiero que nazca bien… y comprendo la frase, sin embargo ¿qué sucede cuando no nace bien?, ¿qué pasa cuando tras el nacimiento recibes el diagnóstico que no esperabas?

Ésta es nuestra historia familiar…después de un segundo embarazo, programado, sin complicaciones, ingiriendo con antelación ácido fólico, controlado médicamente con el especialista, análisis laboratoriales regulares, vitaminado, ecografías, curso de preparación para el parto, vida sana, sin antecedentes de enfermadades congénitas y con tan sólo 29 años de edad, recibimos la noticia que no esperábamos: nuestro pequeño bebé de 3 meses de nacido era diagnosticado con Craneosinostosis Sagital, una enfermedad congénita que afecta a 1 de cada 2,000 recién nacidos, predominantemente a los varones.

Puff, la noticia cayó como un balde de agua fría y tras la usual alegría producida por el nacimiento, vino una serie de emociones dominadas por el temor y acompañadas de la incertidumbre, la frustración y una intensa preocupación reflejada en un constante vacío en el estómago.

Gracias a Dios, el caso de nuestro bebé tenía un buen pronóstico, si se le practicaba una cirugía de cráneo en los próximos meses…así que no hubo mucho qué pensar.

A los 4 meses de edad estábamos a la puerta de un quirófano entregando a nuestro bebé en las manos de un enfermero desconocido. Hoy, puedo decirles que es uno de los más duros momentos que mi esposo y yo hemos vivido.

De pronto, nos quedamos con los brazos vacíos viendo cómo ese pasillo de hospital se transformaba en un abismo inmenso a nuestros ojos. Mientras tanto, el temor nos decía a los oídos: ¿lo volverán a ver?.

Sin más certeza que nuestra esperanza puesta en Dios, suplimos el vacío que quedó en nuestros brazos, abrazándonos el uno al otro…ese abrazo bañado de lágrimas, fue la oración más profunda y silenciosa que como padres pudimos haber hecho ante la presencia de Dios.

Arropados por un hermoso número de amigos y por las oraciones de nuestra familia al otro lado del mundo, transcurrieron las siguientes dos horas de cirugía.

El médico nos llamó para decirnos que todo había transcurrido sin complicaciones, pronto pudimos ver de lejos a nuestro pequeño salir de quirófano. Sin embargo, no fue nada agradable verlo así: inerte por la anestesia, sin su habitual tono de piel debido a la pérdida de sangre durante la cirugía…pero, podíamos respirar tranquilamente ¡¡había salido!!

Las siguientes horas sucedieron lentas, hasta que por fin pude entrar a la UCI para amamantarlo. Me partió el corazón, ver a mi pequeño campeón rendido-quien nunca en sus 4 meses de vida había aceptado un chupete- ahora, succionaba uno hábilmente con sus preciosos y regordetes labios. Rápidamente me dispuse a amamantarlo, a pesar de los cables y todas las cosas que tenía conectadas, la enfermera se las ingenió para acomodarlo en mi regazo…él aun estaba un poco lento, pero en cuanto sintió mi piel en sus mejillas supo lo que tenía que hacer y se alimentó…¡¡Maravilla de la lactancia materna, no sólo de brindar alimento sino de proporcionar confort, amor, seguridad, confianza, salud y bienestar!!

Para mi sorpresa, al otro día el neurocirujano nos envió a casa, el bebé se recuperó rápidamente y en poco tiempo estábamos de vuelta en nuestra habitual vida familiar.

Hoy han pasado un poco más de 13 años, y está por demás decir que no nos hemos olvidado de esa experiencia de vida. Tenemos, un adolescente sano en casa, que aprende, vive, se mueve y manifiesta una personalidad determinada, intensa y luchadora, tanto como en sus primeros meses de vida.

Hoy cuando escucho a un futuro padre decir: No importa que sea, pero que nazca bien… les pregunto ¿y si no nace bien? ¿también verdad?.

Porque no siempre las variables jugarán a nuestro favor, y aunque ciertamente nadie desea ver a quien ama pasar por el sufrimiento, debemos preparar nuestra mente, para aceptar que esas posibilidades también son parte de la vida.

Nuestra historia tiene un final feliz, pero conozco y seguro conoces historias más duras, más sentidas, más dolorosas…

Sí, a veces no sale todo como lo deseábamos o imaginábamos. Pero aquí en nuestros brazos, en ocasiones Dios nos entrega un diminuto ser más vulnerable de lo que de por sí podría ser, para que aún con temor, incertidumbre, tristeza, frustración, preocupación; podamos verle a sus pequeños ojos y decirle: no salió como lo esperábamos, pero aquí nos tienes, valientemente lucharemos por ti, te cuidaremos, sacaremos fuerzas de nuestra debilidad para que tú estés bien, somos Papá y Mamá.

¡Siii! queremos que todos los bebés nazcan bien, oramos para que nazcan bien…pero si no resulta así, debemos estar dispuestos para dar el primer paso: el de la aceptación, y desde ahí asumir nuestra posición de padres y clamar al Dios de la vida, que nos dé el recurso para enfrentar el desafío y desarrollar al máximo nuestra paternidad.

No es fácil ser padres, pero tratar de serlo sin Dios es imposible. Prepárate para amar a tus hijos…sí, aunque «no nazcan bien».

https://www.instagram.com/jenny.lagunes.10/?hl=es-la

6 comentarios sobre “Pero que nazca bien…

  1. Que hermoso Jenny .me sacaste lágrimas y estrenando un delineador que se escurrió todito me ardían tanto los ojos y mis lágrimas no paraban de salir. Gracias por lo que escribes es bello. Tengo una amiga que su nietecito nacerá con un problema de 1 entre mil y no sabía que palabras utilizar le pedí a Dios sabiduría Dios me ha contestado.

    Me gusta

Replica a Martin Martinez Cancelar la respuesta