Área de Descanso

Nuestro hijo mayor, estaba iniciando su último año de estudios preparatorios. Como padres, estábamos ansiosos por conocer los planes profesionales de nuestro primogénito, para irnos preparando para la universidad. Al cuestionarle, nos fuimos percatando que diseñar un proyecto de vida y carrera, no sería nada sencillo.

Y empezamos a vislumbrar el gran abanico de posibilidades que pasaban por su mente: estudiaré nanotecnología ¡wow, eso sonaba muy sofisticado!, en unos meses su interés cambió abruptamente y ahora deseaba ser actor de teatro ¡madre mía!…al poco tiempo estaba considerando ser economista, pasando también por arquitectura, cine y medicina. Como padres estábamos igualmente confundidos, aunque deseosos al mismo tiempo de poder apoyarle.

Entonces decidimos, que era el momento de detenernos: en un área de descanso… ¿Has tomado esa estrategia alguna vez, en un largo viaje por carretera?, hay autopistas que disponen de cómodas y muy prácticas zonas, donde los viajeros pueden detenerse, suplir necesidades básicas y despejarse, para continuar con nuevas fuerzas el camino.

Entendíamos que algo de suma importancia para nuestro hijo, era tener claro el destino, para poder escoger su propia ruta. Como padres, habíamos observado en nuestro hijo, una carencia de destino, de propósito. Esto era algo que realmente nos preocupaba, como padres cristianos estamos convencidos que nuestro destino, propósito y sentido de realización, se definen a través de una conexión espiritual con Dios. Estábamos plenamente conscientes, que la espiritualidad de nuestro hijo estaba tan confusa, dudosa e incierta como su futuro profesional.

Por lo tanto, era el momento de detener el auto que prácticamente habíamos echado a andar con mucho ímpetu, hace algunos años ya. El auto no había parado ni un segundo, ya había pasado por maternal, preescolar, primaria, secundaria y le faltaban sus últimos metros de preparatoria…ese motor estaba listo para seguir avanzando, pero ahora se hacía necesario quitar el pie de ese acelerador, que tantas veces nos impidió admirar la maravilla del recorrido…decidimos que haríamos caso a la señal y nos detendríamos en un área de descanso. Después de todo, ¿de qué serviría mantener el gasto de energía y combustible, sólo impulsado por la inercia, si en realidad estaba avanzando sin destino?, ¿y si no había destino, cómo podría diseñarse una nueva ruta?

En nuestro caso, la decisión de parar con la escuela y en su lugar desarrrollar, un «año vocacional», significó nuestra Área de Descanso como familia.

Vocación es definido en el diccionario como: llamado o inspiración que una persona siente procedente de Dios para llevar una forma de vida/Inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a un determinado trabajo.

En lugar de presionarle, hacia la elección de una profesión, invertimos el año que correspondería a su primer año universitario, a proveerle ciertos recursos y experiencias que le inspiraran a reconectarse con Dios y encontrar el propósito de su existencia como parte del plan de Dios para la humanidad. Por otro lado, también diseñamos una serie de estrategias de campo para que él pudiera tener contacto con algunos de sus intereses vocacionales, y así obtener un panorama más amplio de la vida y las profesiones.

Podemos compartirles que el experimento del «año vocacional» finalizó con éxito. Fue una inversión que hicimos como padres, de la cual estamos viendo frutos. Parte muy importante de este proceso, fue un entrenamiento transcultural cristiano de 3 meses, haciendo equipo con jóvenes de otras nacionalidades. Durante este tiempo de enseñanza, trabajo, diversión y disciplina, nuestro hijo se reconectó con Dios y al hacerlo encontró-como lo habíamos previsto, rumbo y propósito.

Después de eso, todo lo demás empezó a contribuir para que él pudiese tener los recursos para trazar su propia ruta. Fue un año de mucho aprendizaje, en el que intentamos mantenerle cercano a nosotros. Te comparto algunas de las experiencias que realizamos, por si son de ayuda a alguien que pase por una situación parecida:

  • Conseguimos entrevistas con 2 directores de Carrera, de distintas universidades que amablemente nos recibieron en sus despachos.
  • Trabajó de lavaplatos eventual, en una empresa dedicada a eventos y catering.
  • Acompañó a un médico especialista, durante su guardia nocturna en un hospital.
  • Trabajó como asistente administrativo en la oficina con su papá.
  • Realizó trabajos de construcción y cuidado de animales de la granja.
  • Acompañó a un Ing. Civil, durante sus inspecciones de Obras.
  • Nos acompañó a los viajes ministeriales que realizamos a zonas rurales y también a Cuba.
  • Viajó solo por primera vez.
  • Participó como actor en una obra de teatro musical.
  • Tomó cursos cortos de Fotografía en Cine, Iluminación, Canto, Ballet.
  • Estudió un nivel básico de Alemán.
  • Realizó servicio voluntario en iglesias y en un ministerio de niños en riesgo.

Con mucha oración, dirección y provisión de Dios, pudimos concluir ese año. No fue un año perdido, fue un año de madurez. El Área de Descanso, fue esa pausa que nos permitió bajarnos un momento del carro para hacer la transición. En el Área de Descanso, él pudo reubicarse en el Destino… y desde ahí, trazar la siguiente ruta, sí, su propia ruta; quizá diferente a la nuestra, pero compartiendo un Destino común.

El tiempo del «Área de Descanso» terminó, para cumplir su objetivo. Volvimos a subir al auto los tres, pero ahora, nosotros vamos en el asiento trasero. Las llaves se las entregamos a él, el volante está en sus manos, el mapa, se lo fuimos enseñando desde que era muy pequeño; la siguiente ruta, por fin, está decidida y ha sido trazada por él mismo. Nosotros aún no nos bajamos del auto, quizá nos toque hacerlo en la siguiente parada. Pero por el momento continuamos cerca, sólo para observarle, para alertarle cuando veamos algún peligro, para animarle cuando se esté aburriendo, para explicarle algunas de las señales. Ya llegó el tiempo, que la música del trayecto la elija él y nosotros la escuchemos. Estamos confiados, que esta ruta concluirá satisfactoriamente…después de todo, él sabe a dónde va y quiere ir a dónde va.

¿Sabes?, hay momentos en que hay que dejar de apretar tanto el acelerador y atreverse por un momento a apagar el motor. Dejar de escuchar ese ruido que distrae, e ir al Área de Descanso. No temas parar, a veces nos da mucho miedo detener a la vida, pero a veces es necesario para recuperarla. Es necesario reubicar el Destino y el propósito del viaje, para que seguir viajando tenga sentido.

Es necesario a veces diseñar nuevas rutas. Sí, el destino ya está decidido y es insustituible, pero las rutas, esas sí que pueden cambiar, y para eso es necesario parar, respirar, observar, ilusionarse y volver a trazar. Después de hacerlo, habrá que tomar las llaves y volver al auto, preparar la mejor play list para el camino, encender el motor y dejarse dirigir por la suave y certera voz de Dios. Es tiempo de poner manos firmes en el volante, y mirar al retrovisor sólo lo indispensable, pero mantener la mirada fija en el imponente horizonte, que nos recuerda que el Destino cada vez está un kilómetro más cerca. El Área de Descanso, nunca será un tiempo perdido, pero sí un tiempo necesario para… ¡¡volver a rodar!!

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¡Aviso!

¡¡Que le vaya bonito!!

Esta era la frase con la que Doña Amada amablemente nos despedía cada noche que íbamos en familia a cenar a la sala de su casa. ¡Ja, ja, sí! se lee gracioso, pero en nuestro país, existen sencillos lugares de comida dentro de los hogares de las personas.

A mi familia y a mi, nos encantaba ir a cenar «antojitos veracruzanos» con Amada, su esposo Pepe nos atendía como si fuésemos alguien importante, solía decirme siéntese por aquí Srita. Jenny, gesto que para una niña de aproximadamente unos 6 años la hacía sentir como una auténtica princesa. Pepe, sabía que me encantaba comer queso y traviesamente cortaba un pedazo de una gran bola de queso ranchero y me lo daba como snack en lo que esperaba mi orden.

Me recuerdo sentada en su mesa de comedor y con los ojos de una niña observar todo: Amada, cocinaba en un hermoso anafre que ocupaba el centro de su sala, a un lado tenía una mesa pequeña con toda clase de exquisitos ingredientes regionales: masa de maíz, plátanos machos, frijoles con aguacatillo, crema de leche fresca, queso rallado, cebolla envinagrada, huitlacoche, flor de calabaza, epazote, exquisitas salsas de tomate, ranchera y una picosísima y deliciosa salsa verde.

Los ayudantes iban y venían, limpiaban, atendían, ayudaban a freír, todos ellos eran familia: algunos sobrinos, sobrinas y Chabe, la hija del matrimonio. Chabe estudiaba para ser doctora en el día, pero en las noches ayudaba a su mamá a preparar las delicias que ahí se cocinaban: gorditas, papas preparadas-mis favoritas, empanadas, tostadas, locas y superlocas-eran una especie de quesadillas que en su interior llevaban muuuucho chile. Era un lugar típico de nuestra cultura, olía a México, sabía a Veracruz y era uno de esos lugares fantásticos que a mi papá le encantaba descubrir y compartir con la familia y amigos. Hoy, tengo registrado en mi memoria ese lugar a la perfección, podría describirte el simpático cuadro que colgaba en la pared, el tipo de mantel, el sonido que hacían los dispensadores de salsa, los platos y los vasos que ahí se usaban. Sobre todo recuerdo a mi papá levantarse a pagar la cuenta, despedirse y escuchar claramente la voz de Amada decir: Adiós Sr. Lagunes…¡¡que le vaya bonito!!

¿Sabes? no hay selfies, fotos ni videos de esos momentos. Pero no hacen falta, hoy tengo 43 años, han pasado más de 35 y nada ha borrado ni las imágenes, ni las sensaciones de esos lindos tiempos en familia. Era una salida sencilla, cotidiana, pero representaba un hermoso tiempo juntos.

En estos tiempos, me sorprendo a mí misma queriendo documentar en fotos y videos cada momento de mi vida o familia, creo que no soy estoy sola en esto, ¿o sí?. Amo, ver los recuerdos que Facebook me envía cada día, me gusta ver fotos para recordar, sacar videos y divertirnos al observar el pasar de los años. Pero las memorias de la vida, van más allá de lo que se puede documentar. Y las memorias importantes en la vida de los hijos quizá no sean para ellos, las que nosotros nos esforzamos en archivar.

Están bien las fotos y los videos, los celulares atascados de imágenes, los álbumes familiares. Sin embargo, hay recuerdos más trascendentes que se anidarán en la memoria de nuestras almas. Hablo de los bonitos, en otro momento podríamos platicar de los otros. Pero hoy te hablo, de esos que la mente selecciona como muy gratos, y en momentos especiales o aleatorios los conecta a una sensación, a un aroma, a una frase. Memorias que nos dan identidad, que nos producen alivio en momentos de tensión, que nos conectan con los que ya no están, que nos dan arraigo y nos brindan seguridad.

Papás, probablemente esos recuerdos poderosos, no consisten en algunas de las fotos superficiales que constantemente estamos capturando. Las imágenes que se impregnan en el alma, tienden a producirse en el laboratorio de la vida diaria, en el loco ir y venir o aún en el confinamiento; estas memorias se gestan en el ser, en el hogar, en la familia, en nuestros encuentros no planeados, en nuestras rutinas, en nuestros momentos alegres no organizados. Ahí el alma identifica y sabiamente archiva en la memoria interna, el documento que trascenderá a los años y a las circunstancias pero que se mantendrá disponible para cuando el alma inquieta, perdida o confundida necesite alivio, paz, estabilidad y ubicación.

Bonita mañana
Bonito lugar
Bonita la cama
Qué bien se ve el mar
Bonito es el día
Y acaba de empezar
Bonita la vida
Respira, respira, respira

Jarabe de Palo

Sólo necesitamos vivir, procurar vivir el hoy con intensidad, con plenitud, con agradecimiento. Preocuparnos menos, por crear los momentos, esforzarnos menos por obtener el entorno ideal para crear el recuerdo perfecto. Quizá sólo tenemos que esforzarnos por ser, por estar, por compartir, por reír, por cantar, por disfrutar, por querer, por saborear, por platicar, por mirarnos continuamente a los ojos y dejar al alma hacer su sabia selección.

Me despido por hoy, deseándote que a ti también te vaya bonito, muy bonito, tan bonito, que cada vez que tú o los tuyos cierren sus ojos en busca de identidad, dirección o reposo… haya por ahí un recuerdo poderoso que salte presuroso del álbum de su corazón, e inmediatamente les afirme ¡Cuan bienaventurados son!

El Suspiro del Moro

Durante la rendición del reino de Granada en 1492. Boabdil, el monarca del imperio nazarí, abandonó su majestuosa residencia en la Alhambra. Y derrotado, partió con su madre: la reina Aixa y todo su séquito, al exilio. Cuenta una leyenda, que durante su peregrinaje, se detuvieron en una colina y el rey Boabdil vio por última vez a Granada-su maravilloso Al-Andalús, y ahí fue sorprendido por el imponente paisaje de una Alhambra carmesí, rodeada de la inmaculada blancura de la Sierra Nevada, que sin duda ese día ha de haber lucido más espectacular que nunca…al admirar la grandeza de su pérdida, con profunda tristeza y avergonzado por su fracaso se dice que el Rey Moro entre lágrimas…suspiró.

Las historias de derrotas, fracasos y planes frustados son desalentadoras. No son bellos relatos que contar, algunos incluso se guardan porque avergüenzan. Pero, casi todos tenemos algunos en nuestra historia personal, ¿o no?

Precisamente, yo estaba recordando la mía. Hace 15 años exactamente, un día como hoy mi esposo, mi hijo mayor que entonces tenía 4 años y yo, preparábamos nuestras maletas para dar inicio a un proyecto, que significaba la culminación de años de preparación, habíamos soñado muchas veces con ese momento. Habíamos realizado muchos ajustes, incluso habíamos renunciado a otros sueños, porque creíamos que ese era el sueño.

El plan, estaba saliendo mejor de lo imaginado y nos embarcamos en este gran proyecto de vida con toda la fe, el entusiamo, el compromiso y la determinación. Era un proyecto a largo plazo, quizá para toda la vida. Sin embargo, el sueño duró mucho menos de lo proyectado, al paso de los meses, vimos cómo empezaba a desmoronarse delante de nuestros ojos. Intentamos salvarlo, rogamos porque el plan no fuera cancelado, oramos con fe para que Dios hiciera algo por rescatar el sueño. Hasta que, alguien sabiamente nos enfrentó con nuestra realidad y nos dijo: así como Jesús fue crucificado y al tercer día resucitó de manera gloriosa, ustedes tienen que sepultar este sueño y esperar que resucite una nueva visión en sus vidas.

No era el mensaje que anhelábamos escuchar, no queríamos perder nuestro proyecto, mucho menos verlo morir y enterrarlo. Habíamos trabajado mucho por verlo realizarse, debía vivir muchos años, no teníamos un plan B, ése era el plan.

Nadie sueña, esperando que sus sueños mueran, nadie quiere que un proyecto fracase, nadie se prepara arduamente por algo que sabe que va a expirar, nadie planea para cancelar. No obstante, la realidad en la vida es que algunos sueños mueren, algunos proyectos fracasan y algunos planes culminan en cancelación por razones intrínsecas o extrínsecas.

Con esta pandemia, hemos experimentado que muchas de nuestras proyecciones para el 2020 han sido canceladas. El calendario de nuestra oficina, ahora está lleno de actividades pospuestas, unas han sido adaptadas y otras más definitivamente han sido desechadas.

Tristemente, estamos viendo bodas sin realizar, vestidos sin estrenar, graduaciones sin celebrar, viajes cancelados, negocios cerrar sus puertas, ventas sin cerrar, oportunidades laborales pospuestas hasta nuevo aviso, familiares sin reencontrarse y hasta enamorados desenamorarse. En medio de esta situación, que puede producirnos un desaliento colectivo, quizá sea el tiempo de preguntarte a ti mismo: ¿es tiempo de sepultar este sueño y esperar que una nueva visión resucite en mi?

No tengas miedo de mirar tu proyecto agonizante, tu plan cancelado, tu sueño que se aleja más cada día. A lo mejor en tu caso, no es ni por causa de la pandemia, sino como parte de un proceso que ya se venía gestando y está cerca de su punto final.

Aún con lo doloroso que pueda resultar, es importante reconocer cuando algo está llegando a su final y armarse de valentía para admitirlo y despedirnos de él. En realidad, se puede tornar vergonzoso aceptar que el proyecto fue abortado, anunciar que los planes fueron cancelados, darnos cuenta que el sueño fracasó…

Tal vez, hiciste todo lo que se debía y aún así se desmoronó, quizá ni siquiera fue tu responsabilidad, pero alguien más se encargó de aniquilarlo, o diste todo por ese proyecto, incluso algunos se acercaron a ayudar y ni aún así, lograste rescatarlo. Si estás en ese momento…hoy te digo, es hora de que procedas a llorarlo, sí, duélete con él, pues parte de tu vida, de tu tiempo, de tu energía y de tu entrega murieron allí.

Pero no te detengas en el dolor, si algo aprendiste ahí, es que tienes una sorprendente capacidad en ti dada por Dios para soñar, proyectar, planear y trabajar por lo que te apasiona. Así que, entrégale a Dios tu sueño roto, tu plan cancelado, tu proyecto frustrado. Sepúltalo en Su presencia, riégalo con tus lágrimas y espera el tercer día.

Tenemos un Dios Creador, Él planea, trabaja, construye, diseña, prospecta y proyecta mejor que nosotros. Espera en Él, no te impacientes, no lo controles, mejor espera el día 3 y experimenta la revelación de una nueva visión para tu vida. Nuestro Dios tiene planes de bien y no de mal para ti, confía en Él y algo nuevo vendrá.

No mires al pasado, pero guarda el recuerdo de tu sueño roto, porque a través de ellos Dios produce crecimiento y sabiduría en nuestra vida. Ten el valor de decirle a Dios, gracias por ellos y por el aprendizaje que he obtenido en ese proceso. El agradecimiento, es esencial para no convertir el pasado en amargura, sino en fuente de inspiración.

Yo también salí de Granada llorando como Boabdil, mi esposo y yo enterramos un sueño allí, y aún a veces la admiramos de lejos y lanzamos un suspiro moro hacia aquel hermoso lugar, pero sabes es un suspiro lleno de agradecimiento, porque ahí aprendimos las lecciones de vida más significativas, ahí lloramos pero volvimos a reír, ahí sepultamos un proyecto pero al tercer día resucitó uno nuevo.

Ahí aprendimos que tenemos un Dios de grandes sueños y que podemos volver a soñar, volver a proyectar y volver a planear. Porque mientras tenemos el regalo de respirar, tenemos la posibilidad de ilusionarnos y trabajar por cosas nuevas, poderosas y desafiantes cada día de nuestra existencia. Un fracaso no determina tu vida, un sueño frustrado es una herramienta poderosa en manos de Dios, así que ¡¡Levántate, Vive y Sueña!! si esperas en Él, al amanecer algo grandioso de tus lágrimas renacerá.

Como el reo de muerte que á la vida

y al sol y al cielo con afán profundo

da el adiós de suprema despedida…

así Boabdil lanzado de aquel mundo

en que dejaba su ilusión querida,

«¡Adiós!…» dijo con aye moribundo,

é inclinando la frente sobre el pecho,

huyó también en lágrimas desecho.

Pedro Antonio de Alarcón, 1867

Granada, tierra soñada por mí
Mi cantar se vuelve gitano cuando es para ti
Mi cantar hecho de fantasía
Mi cantar flor de melancolía
Que yo te vengo a dar

Agustín Lara, 1932

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Mamá en Caos

Un día me encontré con esta foto, se titula: Madre Migrante. En cuanto la vi, capturó mi atención. Me conmovió la dureza de su rostro, los dos pequeños refugiados en sus hombros y el pequeño bebé en su regazo. En su mirada me transmitió amargura, frustración, hartazgo, casi creí escuchar sus pensamientos: si pudiese salir corriendo de aquí y encontrar un lugar que me ofrezca un poco de alivio y paz, lo haría ahora mismo.

Por muchas razones, esta foto es un ícono del período de la Gran Depresión; su autora, la fotógrafa Dorothea Lange fue ampliamente reconocida por retratar con tal realismo la pobreza y el sufrimiento de esa época. En esta foto podemos apreciar la fuerza de la maternidad; pero también el costo de la maternidad. En períodos en que la vida se complica, cuando el futuro es incierto y por dentro se está hecho pedazos, seguir siendo la mamá puede tornarse una tarea muy sacrificada.

Madre Migrante

Me gusta mucho esta foto, de hecho la mandé a ampliar para tenerla en casa, creo que las madres del mundo necesitamos más fotos como ésta, y menos de aquellas madres glamurosas, felices, perfectas con sus niños lindamente vestidos y tiernamente posando para la lente. Sin duda la maternidad es dura, sí es bella, es extraordinaria pero es dura, aún y cuando nuestras condiciones no se comparen a las de esta mujer, que por cierto tiene nombre: Florence Thompson.

Quienes llevamos algún tiempo transitando el camino de la maternidad, sabemos que es extremadamente desafiante y quizá por eso a veces nuestros comentarios crudos al respecto, caen como balde de agua fría a aquellas que con tanta ilusión están por iniciar su camino.

Recuerdo a una buena amiga mía, había luchado mucho por ser mamá, finalmente Dios le dio una doble bendición: ¡¡gemelos!!, mientras todos festejábamos la noticia, yo a mis adentros la compadecía ¡ja, ja! Al haber criado 3 bebés de uno en uno, algo me hacía suponer que criar dos al mismo tiempo sería una ardua tarea…pero bueno, mi amiga estaba muy muy feliz, se preparó para el momento, los bebés nacieron hermosamente saludables, al cabo de unas semanas decidí mensajearla para ver cómo se estaba sintiendo, sus palabras fueron: esto es un caos…sólo pude contestarle acostúmbrate, ahora el caos será parte de tu vida.

Sí, las mamás tenemos que aprender a lidiar con el caos, pues en la maternidad enfrentamos temporadas caóticas. Podría yo decir que hay dos tipos de caos que podemos enfrentar: el caos externo y el caos interno.

El caos externo es el que se produce fuera de nosotras, producto de situaciones o circunstancias ajenas que amenazan a nuestra familia o a nosotras mismas. Hablo por ejemplo, de una crisis económica fuerte, de una situación mundial como la que estamos viviendo ahora por el coronavirus, una tragedia familiar, una pérdida importante, una situación de inseguridad o violencia, infidelidad matrimonial, abandono del cónyuge o una enfermedad grave en algún miembro de la familia.

Sin duda, estas situaciones pueden traer un ambiente caótico en nuestro hogar y transformar la maternidad en una carga pesada a veces imposible de sostener. Algo así es la historia de la madre migrante, viuda con 7 hijos de tan sólo 32 años de edad, tratando de alimentar a su familia recolectando garbanzo durante la peor crisis económica de su país.

Ser madre en el caos, no es nada sencillo, ser mamá cuando el mundo está de cabeza es más desafiante que nunca. Sin embargo, los hijos seguirán buscando nutrirse de su madre, refugiarse en ella, los niños pocos saben de crisis económica, pero sí saben que mamá tiene comida, los hijos poco saben de lo que siente una madre al ser abandonada por su esposo o de su duelo por un ser querido, los hijos lo que saben es que mamá tiene que tallarles los raspones cuando se caigan para recibir alivio, los hijos pocos saben del terror de su madre porque se contagien de un virus, ellos sólo saben que los brazos de mamá deben estar listos para abrazarlos y que mamá siempre los va a escuchar, aún y cuando su propia cabeza esté atiborrada de estrategias para resolver la problemática que amenaza a la familia.

Por otro lado tenemos el caos interno, es aquel que sucede por dentro, muchas veces en silencio. Ese sí que es una amenaza, mientras el caos esté fuera, habrá una fiera dispuesta a luchar contra todo por mantener la estabilidad en casa, pero cuando el caos ataca desde el interior, la familia queda sin un poderoso agente de protección: mamá.

El caos interno puede llegar como depresión, tristeza profunda, prolongada apatía, ira encendida, violencia. Contradictoriamente, las mujeres podemos ser al mismo tiempo valientes y temerosas, fuertes y frágiles, astutas e ingenuas, tiernas y crueles. Cuesta mucho hablar y reconocer el caos interno, porque no se supone que una madre se sienta mal o insatisfecha por serlo, admitirlo supone culpa y vergüenza…pero esto, no se puede llevar en solitario.

Los niños, los hijos son capaces de adaptarse a cualquier cambio que venga de fuera, pero cuando el caos toca a mamá, robándoles sus besos, brazos, caricias, atenciones, palabras, aún sus regaños y llamadas de atención, eso sí es totalmente devastador. Las madres necesitamos ser honestas, reconocernos y pedir ayuda, porque ciertamente a veces, el caos está aquí dentro.

Quizá, vino el caos por una descompensación hormonal, por un corazón roto a causa del divorcio, por un fracaso personal, por desgaste físico, por cansancio mental, por una ausencia de realización personal, por una herida sin sanar…cualquiera que sea la causa, necesitamos reconocer el caos y lanzar el saludable grito de auxilio que nos salvará a nosotras mismas, a quienes amamos y a lo que con esfuerzo hemos construido.

Le preguntaron a Florence Thompson en una entrevista muchos años después del famoso retrato, ya siendo ella una mujer mayor: ¿Alguna vez perdió la esperanza? -Ella contestó, ¡No! si yo hubiese perdido la esperanza, este país nunca lo hubiese logrado…Su hija, dijo acerca de ella: «Nunca tuvimos mucho, pero ella siempre se aseguró que tuviésemos algo, ella no comió algunas veces, pero se aseguró que nosotros sí».

Mamá, nunca pierdas la esperanza, nunca perdamos la esperanza. Caos externo, caos interno, no pierdas la esperanza. Crisis mundial, no pierdas la esperanza, emociones que te cuesta controlar, no pierdas la esperanza, bebés que no sabes cómo atender, no pierdas la esperanza, pensamientos que te debilitan, no pierdas la esperanza, enfermedades, no pierdas la esperanza, ganas de huir de todo, no pierdas la esperanza, hijos en rebeldía, no pierdas la esperanza, insatisfacción personal, no pierdas la esperanza.

Toma hoy fuerzas, para enfrentar lo que quiera amenazar a tu familia, no temas al sufrimiento, obtén combustible del amor que tienes por los tuyos y lucha contra todo, para que ellos estén bien. Toma hoy un respiro, si la amenaza eres tú misma: habla con alguien, verbalízalo, platícalo, llora, examínate. Pide ayuda al Dios del cielo, pide te ponga una persona confiable que te pueda escuchar y orientar, sí a veces mamá también necesita el abrazo, la atención, ser escuchada para poder seguir siendo refugio de otros. Sí, ser mamá requerirá acostumbrarse al caos exterior, pero jamás te acostumbres a que el caos se instale en ti.

En 1983, Florence Thompson murió, en su tumba se puede leer: Florence Leona Thompson, Madre Migrante-Una Leyenda de la fuerza de la Maternidad Americana… sí, su segundo nombre no parece coincidencia…Mamá, del caos puede provenir una gran fuerza, sólo si estamos dispuestas a hacerle frente y rugirle en su cara: Caos, te has topado con una leyenda, haz tu trabajo, que yo con la esperanza que viene de Dios haré el mío, porque estos hijos que me fueron prestados no carecerán de los brazos fuertes de mamá para sostenerles, guiarles, nutrirles y protegerles.

La Cuantiosa Herencia

El día que mi papá murió, lo primero que hicimos mis hermanos y yo, fue revisar los álbumes de nuestra infancia, los cuales mi mamá cuidadosamente guarda en su librero.

Cada uno tratamos de encontrar una foto significativa, papá e hijo. Al verlas, reíamos y llorábamos al recordar esos flashes de nuestra vida juntos, porque como una vez escuché: cuando pierdes a un padre, no importando la edad que tengas, todos nos convertimos en niños descubriendo la orfandad.

Cuando me encontré con esta foto, sentí que no había una mejor: mi papá sosteniéndome en sus brazos, en una banca de la iglesia donde crecí, durante un servicio dominical.

Es que así fue mi infancia: iglesia y familia. Déjame aclararte algo, sí éramos una familia de iglesia, porque mi mamá era la constante, la que se apuraba porque llegáramos, la que se involucraba en la vida de la Iglesia…pero, cuando digo que esta foto representa algo profundo en mi vida y en la relación con mi papá, no me refiero a que él era un pastor o un miembro activo al servicio de la iglesia; justo en esta foto, ni siquiera podría decir que su comportamiento era el de un «buen cristiano».

Digamos que nosotros solíamos ser de las familias que llegábamos tarde a los cultos dominicales y que como se aprecia en la foto nos sentábamos atrás. Antes de llegar, y aún en el recorrido casa-iglesia frecuentemente había discusiones, si en el mejor de los casos, ese día nos acompañaba mi papá a la iglesia. Porque fueron muchos los domingos, que le tocó a mi mamá ir sola con nosotros a la iglesia, él… prefería irse a jugar beisbol con sus amigos. Sin embargo, mi mamá con su gran sabiduría, le decía: pues te vas a perder tú solo, porque los niños y yo nos vamos a la iglesia…y efectivamente así lo hacía.

Mi papá a pesar de su vida desenfrenada y alejada de Dios, guardaba un secreto: a él también lo habían llevado a la iglesia desde que era un bebé. Aun en ocasiones, me encuentro a una anciana que lo conoció en esas épocas y cada que coincidimos suelo pedirle esto: ¿me cuenta cuando mi papá era un bebé y lo llevaban a la iglesia? y ella amablemente me recuerda esa historia.

Así que, este era el contexto de mi papá, mi abuela conoció de Jesús cuando él acababa de nacer y fue invitada a una iglesia, y en esa iglesia creció él. Él era una persona carismática, platicadora y sumamente inteligente. Así que desde pequeño, constantemente participaba en las actividades especiales de la iglesia, cantando, declamando, leyendo las escrituras. Pero ese mismo carisma, lo atraía a situaciones y hábitos que no le convenían.

Mi papá creció en la iglesia, se convirtió en un joven apuesto, conoció a mi mamá en la iglesia, se casó en la iglesia, y cada uno de sus hijos fuimos presentados en la iglesia. Pero, por ocasiones no parecía que esa formación hubiese tenido mucho efecto.

Recuerdo que su vida era un santo desorden. Sin embargo en el día a día, nos daba ciertos indicadores de que algo profundo había sido sembrado en su corazón: cantaba innumerables himnos y coros cristianos al despertarse, al bañarse, al acostarse. Podíamos haber tenido un gran pleito en la cocina, pero al sentarnos a comer, nos guiaba en una oración –nuestras risas no se hacían esperar al percatarnos de nuestra irreverente religiosidad. A la hora de dormir, en ocasiones se acercaba a nosotros, nos repetía el Salmo 4:8, nos volvía a cantar un coro haciendo graciosadas y oraba por nosotros.

Sí, era una vida un poco incongruente…pero mi mamá insistía en hacer lo que era correcto ante los ojos de Dios y eso nos daba un poco de equilibrio. Fueron varios años así, su vida cada día iba siendo más desenfrenada…pero un día, como el hijo pródigo volvió en sí, se hartó de ese estilo de vida y entonces, vi a mi papá convertirse en un cristiano, más comprometido en poner en práctica todo aquello que había aprendido.

Esa etapa de mi vida, me marcó profundamente. Mi papá tuvo un encuentro con Dios, realmente no sé ni cómo sucedió, lo que sí sé es que de repente lo ví tomar en serio su relación con Dios y con la iglesia. Ya no tenía mi mamá, que ir sola con nosotros los domingos…ni los martes, ni los miércoles, ni los viernes-sí, íbamos muchas veces- a la iglesia.

Aunque llegar puntuales a la Iglesia seguía siendo nuestro desafío, ahora mi papá era parte del equipo. Participaba activamente, enseñaba, visitaba junto con mi mamá la cárcel para llevar el evangelio a los presos, se involucraba en las áreas de servicio.

Aún había discusiones en casa, conflictos por resolver, pero desde esa época nunca más vi a mi papá alcoholizado, no lo volví a ver salir de casa con sus amigos quien sabe a donde, o regresar en las madrugadas. En cambio, lo vi con más fervor orar, estudiar la biblia y adorar.

Toda la niñez de mi papá, escuchando la Palabra de Dios, cantándola, memorizándola, declamándola, dramatizándola…toda una niñez viendo a su mamá orando y leyendo la biblia…tanto tiempo oyendo sermones y enseñanzas a través de sus sabios y devotos maestros de la biblia, toda una vida siendo querido, motivado e inspirado por su anciano pastor a buscar a Dios… finalmente, dieron su fruto.

Mi papá fue un hombre bendecido, mi abuela le dejó una herencia cuantiosa al encaminarlo a Dios llevándolo a la iglesia y siendo ejemplo. Él tomó algunas malas decisiones que le dejaron consecuencias, pero la herencia, era mucho más grande y poderosa que eso.

Todos los que lo conocieron, coinciden en que vivió en un estado de gracia y así, partió también: horas antes de morir, lo visitó un viejo y querido amigo, recordaron historias de su juventud en la iglesia, rieron juntos y antes de despedirse hizo una bella oración por él. Dejó este mundo, rodeado del amor de su familia y también de la iglesia. A mi papá lo extrañamos los suyos, pero también su familia en la fe lo echa de menos. Porque él aprendió a valorar y servir a su comunidad cristiana. En los recientes años, él fue para otros, lo que otros fueron para él; cuando era un niño travieso, un adolescente inquieto o incluso un adulto insolente. Aprendió a dar, de lo que le había sido dado.

A pesar de todo, mi papá pudo dejarme esa cuantiosa herencia, que estuvo a punto de malgastar. Ahora, en estos días en que los edificios de las iglesias han tenido que cerrar sus puertas a causa de la pandemia, he escuchado que algunos niños extrañan su vida de iglesia, los entiendo perfectamente porque así fue mi niñez. Sé lo importancia que representa la iglesia en la vida de un niño: un lugar seguro, una familia enorme, un refugio, diversión, pertenencia.

Y creo que este es el tiempo, para que los padres retomemos el interés en construir una herencia cuantiosa para nuestros hijos. Debido a la crisis histórica que estamos atravesando, ahora contamos con el tiempo en casa para enseñar a nuestros hijos el amor y respeto a Dios, para hablarles de la fe, de las escrituras, de la adoración. Es un momento decisivo, para valorar el gran impacto de desarrollar una vida de iglesia, a través de la participación activa, del cuidado y del servicio.

Como padres, a veces nos esforzamos arduamente por dejar un patrimonio material a nuestros hijos. Y algo que este tiempo duramente nos está enseñando, es que lo material es más frágil de lo que imaginábamos.

Yo te animo, a que trabajemos por legar una herencia cuantiosa que permanecerá en el tiempo, que bendecirá a tus hijos y a los hijos de tus hijos hasta por mil generaciones. Es una temporada para restablecer prioridades, para retomar el camino angosto.

Basta con un padre fiel a Dios, no perfecto, pero que aún con sus propias carencias se determine a edificar en la vida de sus hijos el temor a Dios. Nunca es tarde, para ser esa clase de padre. Sí, necesitamos padres, que vayan a la iglesia, que lleven a sus hijos a la iglesia, pero sobre todo necesitamos padres que digan hasta aquí, y regresen a Dios a pesar de sus debilidades, que sean transformados por Él y le sirvan con pasión.

Permíteme terminar este día, con una poesía que le fue enseñada a mi papá, cuando era muy jovencito, por la esposa de su Pastor. Pasaron muchos años, toda una vida, pero aquello que en esa ocasión memorizó, jamás lo olvidó y en su corazón se enraizó. Hoy es parte del legado que me dejó, la fe en Dios y la vida de iglesia. Es la herencia que atesoro, la que me mantiene firme en las dificultades y confiada en el porvenir.

A sus «sesenta y tantos» me la recitó, sin verla en ningún papel, sólo cerraba sus ojos y en algún lugar de ese maravilloso cerebro, ahí la encontraba. La recitó, sin olvidar ninguna de sus palabras, cada estrofa fue dicha con el énfasis perfecto. Me alegro en ese momento de haberla escrito, y tenerla aún, no sólo en documento, sino en lo más profundo de mis recuerdos.

Hoy la escribo aquí, con la esperanza de que continúe transmitiéndose a mis generaciones. Y espero sinceramente, que esta historia de mi padre, pueda inspirarte papá o mamá, o futuro papá o mamá, a vivir en la abundancia y profundidad de la Gracia. A comprender, que siempre hay oportunidad de tomar el camino correcto y que siempre hay bendición, cuando lo caminas en constancia y devoción.

Esta es la temporada, de abandonar la superficialidad y estar dispuesto a tomar decisiones firmes, que tal vez te cuesten renuncia y sacrificio, pero ladrillo a ladrillo podrás ver como estás construyendo un imperio que no se destruirá, un patrimonio que dará refugio a tus hijos cuando tú ya no estés, un bien preciado que dará sentido e identidad a tus nietos, un legado que brindará seguridad a tus bisnietos, un tesoro que dará dicha y propósito a tu tataranietos. ¡¡Sí, vamos, decidámonos a luchar por legar: la más cuantiosa herencia!!

LA BIBLIA

Adolfo Robleto

¿Qué es la biblia?

Es la luz del mismo Dios soberano es la carta del arcano

y la espada de Jesús


vivo espejo de la cruz, manantial de vida y ciencia,


libro de mundial influencia que al leerlo con fruición,


purifica el corazón y alumbra la conciencia

Libro eterno, libro santo, libro de gloria inmortal,


es su origen celestial y de Dios sublime canto,

habla de risa y también de llanto,

habla de gozo y también tristeza


Dios en ella nos expresa su poder y santidad,


de su ser la eternidad y de su amor la grandeza

El mismo Dios es su autor aunque muchos la escribieron,


inspirados todos fueron del más vivo y santo ardor,


Rut nos habla del amor, en una tierna y bella canción,


y nos causa admiración de Daniel las profecías,


y si llora Jeremías, ríe el sabio Salomón

¿Quién es ese que descuella por tener ardiente celo,


por parecer que del cielo robó el fulgor a una estrella?


¿Quién es, porque en lengua bella habla tanto del Mesías,


y tienen sus profecías de cadencioso y angélico?


Es el profeta evangélico, el visionario Isaías

Y ese anciano venerable que conduce a Israel,

a la tierra do la miel, es tan rica y saludable,

es el ser infatigable, nunca dado a la doblez,


decidme, oh Biblia ¿quién es, y en do su nombre se esconde?


y el pentateuco responde, el victorioso Moisés.

Trece epístolas tenemos que San Pablo nos legó,


doctrinas allí escribió que con gozo hoy aprendemos,


cuantas veces las leemos nos llenamos de emoción,


y se siente el corazón con deseos de vivir vida santa

y así ir a la célica mansión

Ella nos da la razón, de que el hombre hoy necesita

de la dádiva bendita,

poner en la cruz su vida para obtener el perdón

Y este cántico sublime, este poema de amor,

tiene por tema al Señor,

que con su sangre redime a cualquiera que aproxime, su transido corazón

¡ Oh, que libro tan hermoso ! ¡ Oh, que libro tan perfecto !

Cúmplelo y serás correcto, léelo y serás dichoso,

sus letras destilan gozo, su mensaje es el amor,

es la joya del Creador, del Invicto Jehová

siempre ha sido y será, de los libros: el Mejor

El tiempo de la Canción ha llegado

Era lunes por la mañana, decidí hacer una caminata a solas…las calles estaban muy poco concurridas, debido a este tiempo de cuarentena. Tenía varios días sin caminar por ellas, así que este día iba observando detenidamente todo a mi alrededor.

Empecé a notar que la primavera había llegado, los árboles comenzaban a verse más verdes, las bugambilias lucían majestuosas, unas deliciosas granadas hacían su aparición, los plúmbagos estaban cargados de esas coquetas florecillas azules que tanto amo…¡¡Sí, la primavera ya llegó!!

Los días son tan grises en estos tiempos, que poco hemos podido celebrar la nueva estación, los niños no se vistieron de graciosos animales ni de flores bellas. No sonaron las canciones alegres, no hubo festivales, los pequeños disfraces se quedaron guardados en los armarios, los desfiles se cancelaron. Pero aún así, la primavera ya llegó.

Sin duda, el ambiente que nos rodea es tan seco, frío y carente de brillo como el invierno. Pareciera que cada día que pasa, nuestro invierno se recrudece, y pensar en el mañana nos da más miedo, que deseo.

Sé que en mi mente y en la de muchos otros, hay mucha incertidumbre, ansiedad, dudas, pesimismo, tristeza y en algunas hasta terror, dada la naturaleza de la realidad actual en el mundo entero. Sin embargo, a pesar de las ramas secas, de las hojas que han caído, de los árboles sin vida y de los amaneceres sin sol, la primavera ya llegó.

Por lo pronto, permíteme compartir el consejo del Maestro: «Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal»-Jesús. Vivamos cada día de este invierno interno, sin desgastarnos por el mañana. Es un tiempo de luchar por el hoy, sabiendo que cada día es un round que nos llevará a la victoria final. No permitamos a la preocupación gobernar nuestras mentes.

Sin duda, esta será parte de nuestra batalla diaria: confiar o dudar, esperar o desesperar, enfrentar o huir, valentía o miedo, ánimo o desaliento.

Asumamos el control de nosotros mismos para enfrentar el hoy de la mejor manera. Confiemos en Dios, creamos que Él está en control. Que nuestro corazón descanse con las palabras de Jesús, cuando nos recordó que Él tiene cuidado de nosotros, y cuan valiosos somos para Él. Jesús nos aseguró que si Él está al tanto de los demás seres vivos, aún más lo está de nuestras vidas.

Animémonos unos a otros, con estas palabras de Salomón:

¡Mira, el invierno se ha ido,
y con él han cesado y se han ido las lluvias!
Ya brotan flores en los campos;
¡el tiempo de la canción ha llegado!
Ya se escucha por toda nuestra tierra
 el arrullo de las tórtolas.

Salomón

Sí, soportemos este invierno interior, pero no olvidemos que la primavera ya se instaló. Así que, abre hoy tu ventana y mira a los árboles retoñar, al sol resplandecer, a las aves hacer sus nidos y a las flores presumir sus colores.

Que en esta temporada difícil, la primavera nos inspire como a Martí, Machado, Neruda, Mistral, Guillén o Jiménez…Y tal vez, podamos extraer la asombrosa fuerza que proviene de la pérdida, del infortunio, de la crisis, del aislamiento y aún de la desesperación; logrando que retoñe el bello canto de la esperanza, de la alegría, de la unidad y del amor en su máxima expresión. Sí, dícelo a tu corazón, grítale a tu vecino, recuérdale a tu amigo, mensajéale a tus padres, avísale a tus hijos y que en toda la tierra se escuche que: ¡¡Ha llegado el tiempo de la canción!!

Con la primavera
viene la canción,
la tristeza dulce
y el galante amor.

José Martí

La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.

Antonio Machado

¿Y para ti qué son en este ahora
la luz desenfrenada, el desarrollo
floral de la evidencia, el canto verde
de las verdes hojas, la presencia
del cielo con su copa de frescura?
Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
corola y ramo roto de pesares,
dame por hoy el sueño de las hojas
nocturnas, la noche en que se encuentran
los muertos, los metales, las raíces,
y tantas primaveras extinguidas
que despiertan en cada primavera.

Pablo Neruda

Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo…

Gabriela Mistral

Eres la primavera verdadera;
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.

Juan Ramón jiménez

Quisiera
hacer un verso que tuviera
toda la fragancia de la Primavera
y que cual una mariposa rara
revolara
sobre tu vida, sobre tu cuerpo, sobre tu cara.

Nicolás Guillén

Cuarenta Días

Cuarentena, es la palabra que últimamente nos rodea. De repente, miles de personas en diferentes partes del mundo, hemos tenido que dar un frenón tajante, a las mil actividades individuales y familiares.

Aún no salimos del asombro…¡Es increíble que esto esté pasando! Algunas personas al menos en mi país, aún están en negación y hacen un intento por conservar su vida cotidiana.

No podemos creer, que dejar de ser productivos, sea lo indicado a hacer esta vez. Pensábamos, que a nosotros esto ya no nos pasaría, que las pandemias y epidemias eran sólo capítulos de nuestros libros de historia.

Por lo pronto aquí estoy en casa, las clases han sido suspendidas por 2 semanas, uniéndose a 2 semanas más, que ya estaban calendarizadas por vacaciones de Semana Santa. Aunque aún no se nos han restringido las salidas, hemos optado por permanecer en casa, esperando así poder apoyar en algo, para evitar la rápida propagación del virus.

Sin embargo…ayer fue nuestro fatídico primer día en casa. El espacio de nuestra vivienda parece insuficiente para convivir todos, al mismo tiempo, todo el tiempo.

El silencio que requiero para escribir mi blog, es inexistente desde el inicio de esta semana. En casa tenemos cantantes, músicos, futbolistas y una histérica: esa soy «yo». Parece, que lo único en que todos estamos de acuerdo es en comer, no sé cuánto puedan durarnos los víveres que compramos para estos días.

Este primer día no me dio mucha esperanza, quise salir airosa de él cocinando unas hamburguesas congeladas que resultaron realmente asquerosas. En la primer carga de ropa que eché a lavar, la lavadora empezó a oler a quemado. Y para aumentar la tensión, al más pequeño de mis hijos le comenzó a aumentar la temperatura, al parecer un leve resfriado que… ¿podría convertirse en el virus mortal?, al llegar la tarde un molestito dolor en mi cabeza hizo su aparición…aún es el día 1, ¿1 de 40? ¡¡Noooooo!!

En teoría, no debería suponer un gran esfuerzo permanecer cómodamente en casa con mis bendiciones, pero…para qué fingir.

Para sentirme un poco más culposa, por mi incapacidad de ser una madre amorosa y comprensiva en estos días difíciles, leí en uno de mis chats los mensajes de mi amiga doctora: ella moriría por la posibilidad de estar encerrada en su casa atendiendo a su familia, sin embargo tiene que salir y exponerse por salvar vidas de gente que no conoce, mientras que sus propios hijos tendrán que ser cuidados por algún familiar en otra ciudad…eso sí que es triste.

Durante el día, recordé la historia de Noé, sí el de la Biblia, el del Arca, el de los animales. También a Noé y a su familia les tocó encerrarse para sobrevivir. Noé invitó a su comunidad a refugiarse en el arca, pero ellos rechazaron la invitación. Supongo, que su hashtag sería #MeQuedoEnElArca, en el caso que Noé hubiese accesado a las redes sociales en aquel entonces.

Noé y familia guardaron algo más que una cuarentenamejor no les digo cuánto para no asustarlos; 40 días y 40 noches duró el diluvio para ser exactos, pero antes de y aún al terminar, tuvieron que estar encerrados en ese gran barco de madera. ¿Puedes imaginar el cuadro?, ¿será que su esposa era una histérica como yo que deseaba ver el arca ordenada y limpia?, ¿habrán peleado y discutido los hijos de Noé con sus esposas?, sí porque además de hijos había nue-ras…¿habrá habido olores desagradables en el arca con tantos animales a bordo?, ¿se habrán desesperado de oír a los pericos hablar, a los gallinas cacarear, a los burros rebuznar?, ¿habrá deseado Noé salir corriendo en algún momento?, ¿se habrán quejado de los quehaceres en el arca?…me pregunto: ¿también se les habrá descompuesto la lavadora?

Sin duda, estar en el arca no ha de haber sido nada agradable. Puede que haya sido uno de los desafíos más fuertes, que como familia podrían haber enfrentado. Supongo, habría incertidumbre por lo que sucedería después del diluvio, dónde vivirían, qué transformaciones encontrarían en tierra al terminar la devastación. Sin embargo el diluvio terminó y con él la cuarentena estaba por llegar a su fin. Un hermoso arcoirirs iluminó el cielo y Noé y su familia tuvieron la oportunidad de recomenzar. Seguramente aquellos más de 40 días, muy muy juntos y revueltos, transformaron no sólo a la tierra, sino a la familia de Noé.

Quiero imaginar, que los días del arca escribieron recuerdos imborrables en la memoria familiar de Noé. Seguramente, los días en que el agua azotaba más fuerte allá fuera, surgieron los abrazos más entrañables que se hayan dado. Quizá a raíz del aburrimiento, brotaron las más estupendas canciones. Sus torpezas al cuidar de los animales, han de haber traído también estupendas anécdotas para rememorar. A lo mejor, en esos días se inventaron las recetas familiares que heredarían a sus descendientes. Y en los momentos de miedo, muy probablemente papá Noé estuvo ahí para guiar una oración y recordarles que Dios les protegería. El álbum de Noé y su familia, nunca hubiese sido tan especial, sin esos días en el arca.

Hoy siglo XXI, muchas familias estamos experimentando a la fuerza, nuestros 40 días. Probablemente, al igual que Noé y familia, enfrentaremos aburrimiento, desesperación, cansancio, discusiones, malas comidas, nerviosismo, ansiedad, incertidumbre. Pero esta cuarentena, puede ser una gran oportunidad obligada, para ser familia. La recuperación económica vendrá después, el trabajo continuará al terminar la cuarentena, todo volverá al otro caos que ya conocíamos.

Por ahora, es el tiempo de ser familia, de estar juntos, de quedarnos en casa con un propósito: preservar nuestra salud y así también cuidar a otros. Este es un momento para crear recuerdos que no hubiésemos logrado con ningunas vacaciones.

Veamos la trascendencia de estos días en casa: haremos menos ruido en las calles, nuestros autos desecharán menos gases, habrá menos basura en nuestras ciudades…la naturaleza se dará un respiro. Y quizá, si seguimos haciendo nuestra parte, mi amiga la doctora, en menos tiempo también podrá tener a sus hijos en casa y volver a su ritmo habitual.

Sí, este diluvio terminará, las aguas bajarán de nivel, la tierra se volverá a secar y el arcoiris se dibujará en el cielo. Saldremos del arca, pero nuestra familia no será la misma, será una familia más fuerte, con recuerdos imborrables: selfies, videos, publicaciones, tuits y fotos, que quedarán en el historial de un selecto número de seguidores: nuestros hijos.

Hoy, podemos construir las más increíbles, conmovedoras y también graciosas historias, que nuestros hijos contarán a sus nietos. Este es un gran momento, para que nuestra familia se refugie y sirva a su generación en un momento coyuntural, de la forma más básica: estando en casa.

Estos cuarenta días, hablemos a nuestra familia del arcoiris, impartamos esperanza, contagiemos confianza en lugar de angustia. Y mientras permanecemos en el arca, tomemos el desafío de fortalecer como padres: la fe en Dios, nuestra responsabilidad social y el valor de ser familia. Por lo pronto, al igual que Noé: #MeQuedoEnElArca

Sonríe, eres Mujer

Amo la imagen, de esta niña frente al espejo. Su espontánea sonrisa, su mirada curiosa y un tierno intento, por disimular la desbordante alegría que le provoca su propio reflejo. A su vez, el chico que lo sostiene, parece igualmente maravillado al presenciar el mágico efecto producido por el pequeño artefacto.

Hace poco, vi un documental sobre la mariposa monarca. En él se explicaba a detalle, sobre el complejo fenómeno migratorio que realizan anualmente, estos pequeños insectos.

He de decir, que me asombré al conocer algunos interesantes aspectos, relacionados con estas lindas mariposas. Las monarcas, tienen la capacidad de recorrer más de 4,200 kilómetros de norte a sur, algo totalmente asombroso en el mundo de los insectos. Realizan este largo recorrido, hasta llegar a su santuario, los imponentes bosques de Oyamel en México.

Para que una generación de mariposas monarca, pueda llegar a tan anhelado destino, le antecedieron 3 generaciones que realizaron pequeñas aportaciones en su desarrollo, para poder engendrar esta Super Mariposa. Las primeras tres generaciones de monarcas, suelen vivir solamente de 4 a 5 semanas. La primera generación, se alimenta de un tipo de plantas con propiedades tóxicas, siendo capaz de asimilar esa toxicidad y acumularla bajo su piel, lo que las fortalece para defenderse de los depredadores, parece que en ocasiones ser tóxica no está tan mal, ¿no? Aunque estas primeras 3 generaciones tienen vidas de poca duración…en la cuarta generación algo sucede.

Mariposa Monarca

Esta generación, no es igual a la de sus ancestros, a esta se le llama la Generación Matusalén. A diferencia de sus padres, abuelos y bisabuelos, estas monarcas, tendrán una larga vida, y demostrarán una fuerza y resistencia extremas que las acompañarán en su travesía por miles de kilómetros, hasta poder llegar a su destino. Ellas están equipadas para conquistar los aires, cruzar fronteras, huir de sus depredadores, superar el cansancio y finalmente convertirse en las reinas del Santuario.

Sí, ellas pueden hacerlo, porque 3 generaciones antes hicieron bien su trabajo, cumpliendo parte de su recorrido, desarrollaron fortalezas y superaron dificultades, para que la cuarta generación pudiera lograrlo.

La pequeña de la foto en el espejo, es una de mis maravillosas y amadas sobrinas. Aunque no tengo hijas, tengo la dicha de tener muchas niñas a mi alrededor. Me gusta admirar a las pequeñas mujercitas: espontáneas, libres, alegres, listas, pispiretas, decididas, y a la vez vulnerables e inocentes. Quisiera que ellas, sean como esas monarcas de cuarta generación. Me queda claro, que como mujer, formo parte de la generación antecesora, por lo tanto, tenemos la gran responsabilidad de hacer nuestra parte del recorrido.

Al escuchar diariamente los aterradores relatos en los noticieros, es innegable, que también tenemos nuestros propios depredadores al acecho:

  • Abuso sexual
  • Explotación
  • Trata
  • Desapariciones
  • Violencia doméstica
  • Salarios laborales más bajos
  • Discriminación
  • Matrimonios forzados
  • Acoso
  • Maltrato físico

Sin embargo, yo quisiera ser parte de esa generación, dispuesta a asimilar la toxicidad de un mundo gobernado por la injusticia y a partir de ahí, desarrollar los recursos, para dejar una herencia de fuerza, a la siguiente generación. Que nuestra generación, pueda aportarles las habilidades para que ellas. puedan volar más alto y disfrutar de esos bosques hermosos y lejanos, llenos de alimento, luz y descanso.

Quiero poder mirarlas a los ojos y con valentía, demostrarles que una mujer puede decir ¡No! a lo que está mal. Quiero enseñarles, a establecer un ¡Basta! a quien se atreva a sobrepasar los límites. Quiero demostrarles que una mujer puede amar, y ser amada. Quiero, que me vean levantar mi voz por aquello que es agradable a los ojos de Dios. Quiero compartirles, que tenemos un lugar insustituible en este mundo.

Quiero poder decirles, que el mundo está de cabeza pero que aún así sonrían por ser mujer. Que hay muerte a nuestro alrededor, pero que sonrían porque somos portadoras de vida. Que hay dolor, pero que sonrían porque tenemos la sensibilidad para aplacar el dolor. Que hay hambre, pero que sonrían porque tenemos la capacidad natural de alimentar. Que hay guerra, pero que sonrían porque tenemos la fuerza para luchar. Que hay oposición, pero que sonrían porque tenemos el poder para resistir.

Quiero ser de esa generación, que a lo mejor no conquiste todo, pero que pueda seguir saliendo a la calle enfrentando sus propios temores. Quiero que estas tías, madres, suegras, abuelas y bisabuelas podamos dejar un legado de dignidad y respeto. Quiero que nuestras pequeñas, tengan la plena convicción, de que su reflejo en el espejo es la imagen de Dios. Sí, quiero que se vean como Dios las ve: totalmente amadas, completamente aceptadas, eternamente valoradas.

Sí, quisiera ver un día, una nueva generación más fuerte que la mía, que la de mi madre y que la de mi abuela. Quisiera que sea, una super generación de resistencia extrema, decidida a soñar con un destino más grande que el de sus antecesores. Quisiera que nuestras bellas niñas, sean capaces de levantarse erguidas, extender valerosamente sus alas, dispuestas a enfrentar a sus depredadores, a superar obstáculos… y, que al verse reflejadas en el espejo de su alma, puedan lanzar un suspiro, y con total convicción decirse a sí mismas: Sofía, Priscila, Maithe, Débora, Mía, Ximena, Daniela, Mila, Kari, Natalia, Majo, Vale, Ivette, Melissa, Ale, Camila, Paulina… Dios te hizo Mujer ¡Vive, Vuela, Sonríe! ¡Eres Mujer!

El Último Vuelo

Estaba sentada en la sala del aeropuerto, matando el tiempo ya que aún faltaban algunas horas para la salida de mi vuelo. Los minutos transcurrían lentamente, los viajeros pasaban a mi alrededor: ejecutivos con portafolios en mano, familias con bebés en carriolas, personajes con atuendos extravagantes, hasta un Harry Potter perdido por ahi. Mucha gente transitaba, algunos eran viajeros, otros trabajadores. A cada minuto se escuchaban los anuncios de las llegadas y las salidas.

Todo transcurría sin novedad, pero de pronto varias personas comenzaron a dirigirse hacia un extremo de la sala, el bullicio fue suficiente para sacarme de mi estado de abstracción.

Volteé y vi que muchos sacaban sus teléfonos celulares, había personas mayores, niños, familias. ¡Ah, sí! estaban moviéndose hacia una de las puertas de llegada…algo estaba sucediendo y mi curiosidad instantáneamente me impulsó a acercarme discretamente al sitio. Vi que las personas traían globos y letreros…entonces pensé ¿estará por llegar alguien importante?, ¿se tratará de alguna propuesta matrimonial?

Me acerqué, lo más que pude para no perderme ese momento. Por la puerta de llegada iban saliendo varios viajeros, sorprendidos también de ver tanta gente, globos, carteles y cámaras fotográficas en la sala…en eso, los que estaban esperando, comenzaron a gritar eufóricamente, levantando sus carteles y globos metálicos. La personalidad tan esperada había llegado: repentinamente apareció el piloto, un hombre ya entrado en años, caminaba despacio hacia la multitud que alegremente le daba la bienvenida. Fue entonces, que pude leer los carteles: ¡¡Feliz Jubilación Marshall!!, ¡¡Marshall, Bienvenido a Casa!!

Entonces comprendí, la importancia del acontecimiento. Se trataba del último vuelo de Marshall, el final de su carrera profesional. Marshall sonreía con una profunda satisfacción en medio de los aplausos, abrazos, fotos y apretones de manos. Aún sin conocerlo, me daban ganas de correr hacia él y darle un fuerte abrazo. Sus horas de vuelo habían llegado a su fin, del otro lado lo esperaba su hogar, su familia, sus amigos. Era el día de regresar a casa, para disfrutar un merecido descanso, y él lo sabía.

Hace apenas dos meses, que mi papá también realizó su último vuelo. No, no era un piloto de avión, solía ser taxista. A veces, me sorprendo a mí misma un poco impaciente, esperando que ya regrese del viaje. Creo que mi cerebro aún no registra que éste fue el último…no habrá retorno esta vez. Mi alma, aún a veces juega con la fantasía de que quizá mañana le veré sonreír enfrente de mí, una vez más.

Unas horas antes de morir, el médico lo valoró y dijo que estaba listo para ir a casa. Estábamos contentos, porque después de una semana en el hospital, regresaría a casa para disfrutar de un fin de año en familia. Mi mamá le alistó su ropa, pues tenía que salir bien arreglado del hospital, también se dispuso a limpiar y ordenar la habitación para su llegada…pero en la madrugada, sus horas de vuelo fueron completadas.

Las palabras del doctor fueron ciertas, mi papá se fue a casa. Es duro comprender, que la persona a quien amas ha realizado su último vuelo. Es fuerte, asimilar que ese último vuelo lo llevó a casa, y que esa casa no es la nuestra. Pero cuando la hora ha llegado, es tiempo de dejarles partir. De levantar la mano lentamente, y con lágrimas en los ojos decirles adiós.

Este es un buen momento, para recordarle a nuestra mente y afirmarle al corazón, que el destino no era éste. Cuando la muerte irrumpe y detiene nuestro tiempo, tenemos que abrir los ojos a lo eterno y asimilar que hay unos brazos más entrañables que los nuestros, que hay un amor perfecto, inagotable e indestructible, esperando fundirse en un abrazo con ese viajero, que ahora ha llegado a disfrutar de la jubilación en su verdadero hogar.

Extrañemos al que se va, pero no olvidemos a dónde llegó. No olvidemos que su trabajo ya terminó, y su bienestar se prolongó. Veámosle partir y aún en su rostro inherte, sellado por la muerte; despertemos la posibilidad de admirar una sonrisa de completa satisfacción, en aquel cuyo final del viaje, es encontrarse cara a cara con su Salvador.

Aunque nos cueste admitirlo, por más profundamente que hayamos amado aquí en la tierra. Ningún hogar, se compara al hogar celestial. Ninguna satisfacción se equipara a la total gratificación del Cielo. Y por supuesto, nigún afecto-ni el tuyo, ni el mío– se iguala a la expresión completa del amor de Dios. Descansa en paz…¡tú, descansa en paz! tu amado viajero llegó finalmente a su destino. No llegó antes, ni después, llegó en el tiempo indicado. Así que, llora, grita, extraña, atesora sus fotos, añora su voz, sus besos, sus caricias, su sonrisa, sus dichos; pero cuando le recuerdes…descansa en paz. Finalmente, tu ser amado ha experimentado el júbilo de estar en Casa.

En Marshall, pude ver a mi propio padre. Lo pude visualizar llegando a su hogar, a su destino anhelado, que también es el mío. Pude imaginar un poco la euforia celestial formada por aquellos viajeros que llegaron antes, –por cierto, a algunos de ellos los reconocí– recibiéndole con aplausos y vítores, con globos y carteles, con música y confeti… y atrás de ellos una multitud de ángeles haciendo valla, para dar paso al más majestuoso Jesús, quien abriéndose paso, poco a poco entre la multitud, le extendía amorosamente sus brazos y exclamaba con gran entusiasmo: ¡¡Feliz Jubilación!! ¡¡Las horas han sido completadas!! ¡¡Bienvenido a Casa!! ¡¡Es hora de disfutar por la eternidad!!

Acá de lejos estaba yo, observando en mi papá esa maravillosa y galante sonrisa que le caracterizaba, ¡estaba feliz! de haber llegado al hogar, que tanto había soñado. Él no miraba atrás, no extrañaba nada, ni a nadie más, estaba completo. En esa visión indiscreta, no me quedó, mas que reír ante tal algarabía y con una voz entrecortada volver a decir adiós.

No sé cuántas veces más, tenga que hacerlo…pero de algo estoy segura: el último vuelo sólo tiene sentido, si el destino final es encontrarte eternamente, en Casa con tu Salvador.

Sueños Guajiros

Era una mañana cualquiera, los niños estaban en la escuela, mi esposo en el trabajo. Tocaba día de limpieza, así que me dispuse mentalmente a organizarme y comenzar con la indeseable tarea de lavar los baños.

En eso estaba, cuando decidí distraerme de mis quehaceres y checar las notificaciones del chat, específicamente del «Tibuchat», así denominamos a un grupo de whats app formado por las mujeres más cercanas de mi familia.

Al abrir el chat, aparecía la imagen de una de mis tías queridas corriendo por el Lago Michigan, durante un viaje de su fabuloso trabajo a Chicago. Ahí estaba mi tía corriendo, con su inmaculada y esbelta figura a sus 60 años, ejecutiva exitosa, deportista disciplinada…y acá estaba yo del otro lado del smarthphone, haciéndome mi «sueño guajiro» pensando en el día en que mis 3 retoños hubiesen completado su formación profesional y así pudiésemos usar nuestros recursos, para causas más gratificantes que pagar colegiaturas escolares.

Me ví a mí misma, con un vientre perfectamente restirado por la abdominoplastia, junto a mi amado trotando también por el Lago Michigan; él podría al fin, tener su mini cooper (como el que por cierto también tiene mi tía), ahí cabríamos perfectamente los dos y hasta espacio sobrante nos quedaría. Mi imaginación voló, una sonrisa se dibujó en mis labios… hasta que el agua cristalina del excusado -al que denominé Lago Titicaca por obvias razones, seguía esperando frente a mí, para ser sanitizado. Fue un duro golpe que me volvió a la realidad.

Lo más sensato que sentí hacer en ese momento, fue también enviar una foto al Tibuchat de mi propia jornada, en mi fabuloso trabajo. Los emoticones llorando de risa de las otras miembros del chat no se hicieron esperar. Empezamos entonces a hacer cuentas, de los años que aún faltaban para que mi «sueño guajiro» dejara de ser una fantasía y se convirtiera en algo factiblemente probable…faltaban al menos 18 ciclos escolares en ese entonces. Sí, mis tiempos aún se miden en ciclos escolares.

Más tarde, mi hermana se apareció en mi casa. Llegó justo a la hora en que preparaba la comida. Como el tema del día eran los «sueños guajiros», ella decidió que sería muy divertido hacerme un meme y compartirlo con nuestros amigos de fb, de hecho sí fue muy divertido. Al compartirlo, surgieron los comentarios de varias amigas identificándose con la imagen. Y entonces, una amiga comentó, faltan los sueños guajiros de las solteras: casarse y tener hijos. Otra de mis amigas, guapa, soltera, destacada profesional y dueña de un minicooper, comentó pero si tienes tus 3 hijos guapos, a lo que yo le respondí: pero tú tienes el mini.

Entendí el mensaje perfectamente: Todos tenemos nuestros sueños guajiros. En México, solemos utilizar esta expresión para denominar una fantasía o deseo, que es poco probable que podamos alcanzar. Así que, mi Lago Michigan, podía ser el MiniCooper de mi esposo, la boda de mi amiga soltera, el bebé de quien no ha podido quedar embarazada o el amor imposible de Agustín Lara…¿Queeé?, sí leíste bien ¡¡ja, ja, ja!! el gran compositor tuvo su propio sueño guajiro con una hermosa joven cubana que le robó el corazón.

Tan extensos como el Lago Michigan, son los múltiples sueños guajiros que en la vida adulta solemos hacernos. Esos maravillosos deseos, algunos incluso fantasiosos que tienen la capacidad de desconectarnos del presente e ilusionarnos con una realidad alterna.

Los sueños guajiros están bien para divertirnos por un momento, para reilusionarnos con el futuro y para darnos un respiro a nuestra rutinaria agenda. Quizá, algunos a los que aspiramos, puedan cristalizarse en el futuro. Pero, no permitamos que ellos nos roben la facultad de poder observar nuestro presente, apreciar lo que tenemos hoy al despertar, y disfrutar plenamente de las posibilidades que tenemos para ser felices.

Que nuestros brazos no se queden vacíos por la ausencia que puede significar el Lago Michigan. Llenémoslos en su lugar, de las magníficas bendiciones que tenemos delante: niños revoltosos, matrimonios imperfectos, trabajos demandantes, la «sin rutina» de la jubilación, compromisos familiares, carreras profesionales, estudios por completar, impaciente soltería, casa que limpiar, autos que pagar, amigos a los que hay que llamar, un cuerpo para cuidar, un espíritu que alimentar.

¡Abracemos nuestra realidad con un agradecimiento profundo a Dios! Cerremos por un momento nuestros ojos e ilusionémonos otra vez con aquellas miradas que nos observan en el día a día. Sí, cerrémoslos fuertemente y emocionémonos porque hay compromisos que cumplir, proyectos que completar, sensaciones que experimentar, actividades que realizar. ¡Tenemos vida!, a veces caótica, estresante, demandante, a veces incluso decepcionante…pero esa vida es tu bendición y probalemente sea el sueño guajiro de alguien más.

Y ¿nuestros sueños guajiros?, esos pongámoslos delante de Dios…Agustín Lara no pudo conquistar a su bella cubana, no sé si yo pueda un día siquiera trotar con una esbelta figura en el Lago Michigan. Lo que sí es seguro y podemos hacer, es darle hoy un fuerte abrazo, seguido de un intenso beso tronado a nuestro presente y decirle decididamente: Eres lo que he construido, estoy en paz contigo, lo recibo de parte de Dios, es hora de vivir este día como ¡¡si fuéramos al Lago Michigan!!

SUEÑO GUAJIRO

Duerme bajo la sombra del platanar
sueña con esa noche plenilunar…

Embriágate con esta luz…
aroma de carabalí…
y piensa en un amor
que nazca en Veracruz
y muera en Yumurí

Soñar mi reina del palmar
que dulce bienestar, que blanda
sensación

Soñar muy cerquita del mar
y con su espuma salpicar
nuestra canción

Hacer con su mejor vaivén
un canto caibarie
que te hable de mi pena

Morena linda que inspiró este son,
guajira que robo mi corazón

Agustín Lara