¡¡La Gran Familia!! este concepto tan arraigado en nuestra cultura latinoamericana, sin el cual no podríamos concebir nuestra niñez y la vida entera. Porque para nosotros los latinos, nuestra familia núcleo no es suficiente. Valoramos tanto el ser familia, que siempre queremos más.
Por eso nuestras ocasiones especiales incluyen a tooooda la familia. Tener padres y hermanos es una bendición… pero tener primos, tíos, abuelos, sobrinos es una fiesta asegurada.
No todo es color de rosa en las grandes familias, si no échenle un vistazo a la Fam. Madrigal ¡jajaja! a la par de la diversión asegurada, están aseguradas también las discusiones, malentendidos, molestias y ofensas. Pero ¿deberíamos por estos inconvenientes renunciar a preservar a la gran familia?, en tanto que nuestra cultura se ve permeada de mayor influencia de otras culturas, podemos sin querer ir perdiendo la buena costumbre de ser parte de una gran familia.
Hace poco, decidí que era tiempo de hacer un esfuerzo por conocer más de mi gran familia. Mi gran familia hasta hace poco abarcaba parte de mi familia materna, algunos miembros de mi familia paterna y mi familia política.
Desde niña, había escuchado las historias de mi bisabuela, repetidas por mi abuela, mis tías y mi mamá. Historias de nuestra familia, algunas muy tristes que aún nos sacan las lágrimas al escucharlas y algunas otras que han partido de risa a las generaciones antes de mí. No sé si tú también creciste así, seguro tengas tus propias anécdotas de familia y relatos de tus antepasados. Entre las historias de mis antepasados, era común escuchar de Alvarado, un pueblo de pescadores de donde provienen los Tiburcio, apellido de mi bisabuela materna
A pesar de que Alvarado queda muy cerca de mi ciudad, nunca había tenido la oportunidad de ir a conocer. Algo dentro de mí, me inquietaba por visitar ese lugar que mi abuela y sus hijos dejaron atrás hace unos 80 y tantos años. Algunas de mis primas, aun mantenían contacto con la familia de mi bisabuela: los Tiburcio. Así que aprovechando un día festivo, me propuse ir con mi hermana y mi prima, a la tierra de nuestros ancestros para conocer a mi gran familia
Mi prima contactó a una tía abuela, e hicimos una cita en el parque de Alvarado. Era muy emocionante pensar en qué encontraríamos ahí. A la hora concretada, llegó una tía, luego llegó la otra con sus hijas y nietos, luego llegó una tía más con su hijo y nietos. De un momento a otro, éramos un grupo de 18 personas, en cuanto nos vimos nos identificamos quiénes éramos cada una y la rama Tiburcio a la que pertenecíamos. Las tías nos abrazaron, nos besaron y con una naturalidad increíble nos empezaron a contar sus vidas, a mostrarnos fotos de sus familias y a contarnos otras historias de familia que no conocíamos.
¡Que maravilloso es saberse parte de una gran familia! ese día fue muy especial para mi, pero se que también para mis hijos, pues ese día aprendieron que nuestras raíces son más profundas que lo que vemos todos los días. Ese día disfrutamos de una comida deliciosa con nuestra nueva-antigua gran familia de Alvarado. Todo lo que probábamos en ese lugar sabía a nuestra comida, cada platillo, bebida, postre, me transportaba al comedor de mi bisabuela y a las cacerolas de mi abuela y sus hermanas.
Al platicar con las tías y primas de Alvarado, nos veíamos como en un espejo: platicadoras, extrovertidas, sinceras, afectivas como las mujeres de mi familia. Observábamos los rasgos de familia que compartíamos, los gustos similares; aunque yo no les había visto nunca en la vida, encontraba mucho en común con ellos y con ese Alvarado que mi bisabuela dejó atrás hace tantos años.
¡Que afortunado somos de pertenecer a una gran familia! En realidad, más que una obligación social, los vínculos familiares más allá de nuestra familia próxima, nos ofrecen una gran plataforma para construir nuestra identidad y sentido de pertenencia. En un mundo tan superficial, con relaciones tan efímeras que se reducen a un like en redes sociales, es valioso saber que provienes de algo mayor.
Conocer cómo tu familia por generaciones ha superado obstáculos y sobrevivido tragedias, son la fuerza de nuestro archivo mental que nos asegura que estamos hechos de la misma madera para salir adelante. Esas historias de superación personal alimentan nuestra resiliencia. Esas anécdotas que han hecho reír a tu familia por generaciones, quizá sean las que dibujen una sonrisa en tus hijos en un día difícil.
Que las frases de familia, sigan retumbando en la mente de las próximas generaciones y sean esa voz interna, que les recuerde quiénes son cuando tengan dudas y lo que es correcto en momentos de debilidad.
Trabajemos en pro de lo que vale, de lo que perdura. Aprendamos a convivir con respeto para cuidar a la gran familia, pidamos a Dios sabiduría para unir, un corazón generoso para perdonar, compasivo para apoyar y una boca prudente para seguir construyendo familias que se extienden, que cruzan fronteras y que aseguran buenas generaciones firmes, seguras con raíces sanas y profundas.
Siga siendo la familia extendida, el sello de cultural que nos distinga y que… ¡¡Dios bendiga por siempre a Nuestra Gran Familia!!