¡Cambiemos la Estufa!

Tengo 14 años con la misma estufa, algunos quemadores ya no le funcionan, los números que indicaban los grados del horno ya se le borraron y las parrillas ya comienzan a oxidarse. Hace más o menos un año, que mi descontento con la estufa ha ido aumentando…el confinamiento me ha hecho estar más cerca de ella, y ahora cada día le encuentro nuevos defectos.

Hace unos meses, se me ocurrió ir a algunas tiendas departamentales para ver qué había en el mercado, y de paso checar precios. ¡Oh Dios, para qué fui! me quedé enganchada a unas nuevas, relucientes, modernas y preciosas estufas. Me di cuenta que las de ahora, traían parrillas de hierro forjado, temporizador, grill, calientaplatos, encendido electrónico y autolimpieza del horno, flamas inteligentes y ahorradoras de gas, unas hasta traían incluido ¡¡el termómetro para carnes en el horno!! Wow

Estaba ahí sumergida en el paraíso de las estufas, pero al checar los precios… regresé a mi terrenal realidad ja ja. En fin, regresé a mi casa, volví a mi cocina y desde ese día, me paso comparando mi estufa vieja con las estufas modernas. Cada día parezco alegrarme de que algo más se le descomponga para tener pretexto para cambiarla, auch eso se lee muy feo pero estoy tratando de ser completamente honesta.

Para mi muy mala suerte, uno de mis hijos descubrió que algunos quemadores aún le funcionan, si los encendemos manualmente…grrr. Una amiga un día me sugirió, quizá si te la desarmo y la limpio por dentro te funcione nuevamente, a lo que yo inmediatamente respondí ¡NOOO, por favor!, entiéndanme todos, lo que quiero en realidad es deshacerme de ella, digamos que estoy decidida a cambiarla en cuanto me sea posible…

Hoy precisamente, reflexionando un poco en mi actitud despiadada, superficial y desagradecida hacia mi vieja estufa, la comparé con la vida en pareja. Sin duda, con los años habrá cosas que no marchen tan bien como deseamos, el día a día, nos hace descubrir nuevos defectos y, pareciera que fuera de casa hay modelos novedosos y sin defectos, que hasta incluyen garantía extendida. Es así como día tras día, podemos ir pasando del descontento al menosprecio, de la desesperación de que las cosas no funcionen, al hartazgo…hasta que un día puede llegar ese último error o defecto que programa nuestra mente y voluntad para sólo una cosa: desechar el matrimonio.

Pero…¿y si quizá aún funciona, pero sólo necesita reparaciones?. Tal vez sea tiempo de revisar nuestra vida en pareja. Quizá, deberías escuchar el buen consejo del amigo que te anima a conservar en lugar de desechar, a lo mejor baste abrir los ojos un poco, para darse cuenta que lo que al principio funcionaba en automático, ahora requiere de más ingenio. Quizá para ti, es el momento de valorar los tantos años juntos, las cosas increíbles que han logrado haciendo equipo, esos recuerdos inolvidables que no se comparten a nadie más que a la pareja y que activan el agradecimiento.

Eso sí, una advertencia: nunca será una buena idea comparar a tu pareja. así que evita que tus ojos se enganchen a aquello que parece más lindo, más fácil, más nuevo… no permitas que lo externo te apantalle. Valora tu matrimonio, aprecia el camino recorrido y honra a quien te conoce como realmente eres.

El matrimonio no se desecha, no se malvende…el matrimonio se construye, se repara, se actualiza, se revisa, se protege pero sobre todo se agradece día con día.

Mi consejo para terminar: ¡cambiemos la estufa!-leíste bien Miguel si andas por aquí, ¡tiremos el microondas!, ¡regalemos el refrigerador a la abuela!, ¡deshagámonos del viejo televisor!…pero ama a tu pareja, pasa por alto algunos defectos, anímate a buscar al especialista para componer lo que está fallando, revisa otra vez el manual del usuario en busca de soluciones, trabaja en reparar y en volver a reparar. Y si acaso encuentras que tu corazón se ha llenado de descontento, decide transfórmalo en aprobación, si has alimentado el desprecio, intencionalmente procede a la honra, si tus pensamientos están llenos de hartazgo y desesperación, aliméntalos de serenidad, agradecimiento y reconciliación. Déjame decirte una verdad: Una vida en pareja funcional, demanda trabajo, pero vale mucho más de lo que cuesta la estufa, ¿o no?

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